¿Recuerdas la última vez que discutiste enardecidamente con alguien? Tal vez tratabas de defender tu punto de vista, convencer a alguien o simplemente querías tener la razón.
Lamento decirte que, durante esta discusión, probablemente usaste comunicación violenta. No te preocupes, llevamos milenios comunicándonos de manera violenta. Venimos de una sociedad autoritaria en donde el que está por encima impone a los demás y para ello necesita enjuiciar, advertir y dar lecciones.
Comunicarse de manera violenta no siempre implica alzar la voz o utilizar palabras despectivas. También lo es dar consejos sin que nos lo pidan, quejarse o ser sarcástico. Si a nosotros mismos nos irrita cuando alguien usa alguna de estas formas, lo lógico es pensar que a los demás tampoco les agradará.
Todos queremos que nos traten con afecto y calidez, que nos escuchen de verdad, sentirnos comprendidos y que se nos tenga en consideración. Por lo tanto, cualquier forma de comunicación que se aleje de esto, se considera violenta, incluso aunque la intención sea buena.
Tradicionalmente nos han enseñado que el conflicto es algo malo,basta con ir al diccionario para darnos cuenta de que cada definición tiene una connotación bastante negativa, lo cual es el reflejo de nuestra sociedad. Tener un conflicto con otra persona nos causa malestar y ante esta situación generalmente tenemos dos tipos de reacciones: huir o atacar.
Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio mapa interior formado por las experiencias y aprendizajes que hemos ido adquiriendo durante toda nuestra vida, lo cual nos hace únicos. Es común que, con tantas maneras de ver el mundo, nos encontremos con situaciones a diario con las que no estemos conformes o puntos de vista opuestos al nuestro.
La importancia de resolver un conflicto de manera positiva es fundamental ya que, si lo resolvemos correctamente nos podría ayudar a reforzar nuestras relaciones. De lo contrario, podría desembocar en la pérdida de comunicación total con esa persona.
Volvamos a aquella discusión enardecida. Piensa por un momento en cómo sucedió. Probablemente esa persona hizo o dijo algo que te irritó, te hizo reaccionar y de alguna manera, la comunicación se rompió. Solemos pensar que son los demás quienes nos provocan o nos hacen sentir de alguna forma.
Al pensar de esta manera, les entregamos el poder sobre nuestro bienestar a los demás, ellos tienen que cambiar para yo sentirme bien. Esta manera de pensar es muy peligrosa,pues nos vuelve indefensos y hace que nuestra felicidad dependa de factores externos que no podemos controlar.
La prueba de que esto no es así es que ante una misma situación, cada persona puede reaccionar de una manera distinta. Entonces dejemos de mirar a nuestro alrededor para poner el foco en nosotros.
La buena noticia es que solo nosotros somos responsables de cómo interpretamos la realidad. Si en una determinada situación las palabras o actos de una persona me afectan es porque hay algo en mi interior que me duele. Analizando la situación “capa por capa” aprenderé a detectar ese dolor y tomar consciencia, que es el primer paso para hacer un cambio.
La teoría de la Comunicación No Violenta de Marshal Rosenberg propone un proceso en el que pasaremos por distintas etapas para empezar a comunicarnos de una manera más positiva y poder afrontar los conflictos que se nos presenten.
El primer paso, empieza por analizarnos a nosotros mismos en las siguientes etapas:
Un conflicto surge cuando el ejercicio de mis acciones favoritas que cubren mis necesidades choca con las de otras personas. Hemos dicho que sólo yo mismo puedo satisfacer mis necesidades pero ello no implica que sea pasando por encima de todas las demás personas.
Por lo tanto, el primer paso para resolver un conflicto es comprender que todas las personas actuamos con ese fin.Seguir los pasos anteriores nos ayudará a averiguar qué necesidades puede tener esa persona y sólo entonces, el diálogo es posible.
Vale pero, ¿por dónde empiezo?
Si soy yo quien tiene el problema, es decir, las acciones de la otra persona me molestan, entonces empezaré expresando cómo me sientoal mismo tiempo que muestro comprensión por que él o ella quiera cubrir sus necesidades con esa acción. De esta manera, cuando las necesidades de ambas personas son expresadas y consideradas, se podrá establecer un plan de acción común para que ambos puedan llevar a cabo esas acciones sin molestar al otro.
Si por el contrario, es la otra persona quien ha tomado distancia y ha decidido romper la comunicación con nosotros, entonces deberé primero abrir el diálogoexpresando nuestra comprensión sobre los hechos, sentimientos y necesidades de la otra persona. Así, sentirá que podrá abrirse a un diálogo para llegar a un entendimiento.
Sólo cuando nos demos cuenta de que cada uno de nosotros vemos el mundo desde un prisma único, entenderemos que los conflictos son inevitables.
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Excelente! muy buena
justo cuando pasé por un conflicto, ¡Gracias!